Por primera vez en tres años toca dar en clase los RELATOS ERÓTICOS. Ha sido un reto por dos motivos:
El primero es que quería alejarme del relato heteropatriarcal masculino y buscar un erotismo menos pornográfico visualmente y más erotizante para los demás sentidos, hasta el punto que ni describo físicamente a las protagonistas salvo lo mínimo para marcar carácter y así facilitar al lector que pueda elegir a su protagonista más deseada
El segundo reto es que 600 palabras no dan para extenderse y todo el desarrollo de los dos personajes, sus historias y el encuentro entre ambos se me quedó reducido a la mínima expresión por centrarme en lo que tocaba: EROTISMO. (aunque una mirada bien lanzada puede serlo y mucho) Tiré mucho de arquetipos, desde el nombre de las protagonistas hasta los productos que sugieren las escenas buscando el ahorro de contenido para limitarme al número de palabras exigidas
Me ha gustado escribirlo. Quizás leáis alguno más por aquí.
VINO Y FRESAS
Cayetana llega a última hora al supermercado. Elige la compra y llega a la caja donde atiende Jenifer aunque es la que más gente tiene. Esa cajera consigue hacer que la nada favorecedora camisa de uniforme le quede tan bien… Quizás por estar tan ceñida o por remangarse las ya cortas mangas enseñando sus tatuajes, o por dejar abierto ese botón para que entren las miradas ajenas como la suya. ¿Se habrá puesto el conjunto que le queda tan bien? ¡Ay! Y no decir de su pantalón, ni de su piercing en la comisura de esos labios carnosos que sonríen con tanta fuerza o esos ojos azules que con la línea pintada parecen de todo menos angelicales. Si sólo se atreviera a mantenerle la mirada… Piensa Cayetana mientras se muerde un labio.
Jenifer ve a Cayetana entrar. La mira de reojo queriendo que sus miradas se entrecrucen y sonreírle como ella sabe pero hoy tampoco va a ser. Siempre le ve elegante, pero como más le gusta es cuando va con ese pantalón de gimnasia que hace que no haga falta tener mucha imaginación para conocer la forma de su cuerpo. Tampoco esa camiseta blanca, vieja y holgada enseñando el hombro deja nada a la imaginación o peor, lo deja todo. Se tiene que arrancar tan fácilmente con los dientes que le hace salivar nada más verla.
Ya le toca poner las compras en la cinta. Cayetana la mira de reojo, Jenifer la mira fijamente. Cayetana se sonroja, Jenifer se muerde un labio. Cayetana hace que la ignora, Jenifer se desabrocha el botón de la camisa. Cayetana lo ve. Jenifer se anota un tanto.
-Así que hoy toca fresas de postre- Rompe el hielo Jenifer mientras piensa en las dos metidas en la bañera, sedosas, en penumbra riéndose de la nada y masticando lentamente la dulce fruta del misterio que las une. Besando el recorrido de las gotas rosas que bajan desde la boca de Cayetana hasta donde su cuerpo se derrite. En ese lugar se imagina poner los dedos para acariciarla muy suavemente, dejando una película de agua entre las yemas de los dedos y el arco carnoso de las piernas abiertas de Cayetana.
-Sí –, responde tímidamente Cayetana, pero lo que no dice es que quiere que las dos muerdan la misma fresa y que gotee entre los resquicios que dejen sus labios besándose ahí mismo, delante de sus compañeros, vecinos y las cámaras de seguridad. Morder y morder hasta que se muerdan los labios la una a la otra, que las lenguas actúen como nexo del sexo entre las dos y la saliva como lubricante para dos bocas llenas de hambre y ganas de comer-se.
–Y un poco de vino, hoy tienes ganas de “fiesta” ¿eh?– Continua Jenifer con picardía mientras se imaginaba a Cayetana moviéndose desnuda en la bañera con una copa de vino para ella, bailando al ritmo de los latidos de un corazón que desfibrila por tocar esa piel de melocotón y abrazarla de tal manera que el agua y el sudor de ambas se Cayetanapore. Piernas anudadas, pecho con pecho, labio con labio y cuatro brazos que se mueven como si quisieran descubrirse en cada segundo. Respirándose, mirándose, lamiéndose: mezclándose.
-Sí, ya ves-. Responde Cayetana nerviosa, aunque su cara refleja que si pudiera, el vino sería para vertérselo encima e ir bebiendo de todo su cuerpo, lamiendo todo lo que hay desde una pierna hasta la otra y subiendo haciendo zigzag por todo su cuerpo sin que quede un poro, un pelo o un pezón sin rebañar y después morderle los labios con sabor a Oporto, sudor y saliva.
-Cayetana,- dijo Jenifer en un impulso –¿te gusta lo que me he puesto para ti?– Cuando ella se dio cuenta que como iba de uniforme sólo podía hablar de su ropa interior se sonrojó y le dijo: -Me chifla, aunque yo para ti no me he puesto nada. -De nada. Por cierto. cenamos a las 10, en mi ficha de clienta tienes mi dirección.
Imágenes richard530 y marraz-dezagun